martes, 30 de junio de 2020

CATEDRAL DE SANTIAGO DE COMPOSTELA. HISTORIA Y LEYENDA

La catedral de Santiago de Compostela es un templo de culto católico situado en la ciudad homónima, en el centro de la provincia de La Coruña, en Galicia (España). Acoge el que, según la tradición, es el sepulcro del Apóstol Santiago, lo cual convirtió al templo en uno de los principales destinos de peregrinación de Europa durante la Edad Media a través del llamado Camino de Santiago, una ruta iniciática en la que se seguía la estela de la Vía Láctea comunicando la península ibérica con el resto del continente. 


En la actualidad sigue siendo un importante destino de peregrinación. Un privilegio concedido en 1122 por el papa Calixto II declaró que serían «Año Santo» o «Año Jubilar» en Compostela todos los años en que el día 25 de julio, día de Santiago, coincidieran en domingo; este privilegio fue confirmado por el papa Alejandro III en su bula Regis aeterni en 1179.
Fue declarada Bien de Interés Cultural en 1896, y la ciudad vieja de Santiago de Compostela, que se concentra en torno a la catedral, fue declarada bien cultural Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1985.


Historia

Según la tradición, el Apóstol Santiago el Mayor difundió el cristianismo en la península ibérica. En el año 44 fue decapitado en Jerusalén y sus restos fueron trasladados posteriormente a Galicia en una barca de piedra. A raíz de las persecuciones romanas de los cristianos de Hispania, su tumba fue abandonada en el siglo III. Siempre según la leyenda, esta tumba fue descubierta en torno al año 814 por el ermitaño Pelayo (Pelagius) después de ver unas luces extrañas en el cielo nocturno.

El obispo Teodomiro de Iria reconoció este hecho como un milagro e informó al rey Alfonso II de Asturias; el rey ordenó la construcción de una capilla en el lugar. Dice la leyenda que el rey se convirtió en el primer peregrino en este santuario. Esta capilla fue seguida por una primera iglesia el año 829 y posteriormente por una iglesia prerrománica el 899, construida por orden del rey Alfonso III, convirtiéndose gradualmente en un importante lugar de peregrinaje. El año 997 esta iglesia primitiva fue reducida a cenizas por Almanzor, comandante del ejército del califa de Córdoba. Las puertas y las campanas de la iglesia, portadas a hombros por cautivos cristianos hasta Córdoba, se añadieron a la mezquita aljama. Cuando Córdoba fue tomada por el rey Fernando III de Castilla en 1236, estas mismas puertas y campanas fueron transportadas por prisioneros musulmanes a Toledo, y se incluyeron en la Catedral de Santa María de Toledo.


La construcción de la actual catedral se inició en 1075 bajo el reinado de Alfonso VI y el patrocinio del obispo Diego Peláez. Fue construida según el mismo plano que la iglesia de ladrillo monástica de San Sernín de Toulouse, probablemente el mayor edificio románico de Francia. El templo fue construido fundamentalmente en granito. La construcción se detuvo en distintas ocasiones y, según el Liber Sancti Iacobi, la última piedra fue colocada en 1122 y la catedral fue consagrada en 1128. Según el Codex Calixtinus, los arquitectos fueron «Bernardo el viejo, un maestro maravilloso», su ayudante Galperinus Robertus y, más tarde, posiblemente «Esteban, maestro de catedrales». En la última etapa «Bernardo, el joven» (que posiblemente era hijo de Esteban) terminaba el edificio, mientras que Galperinus estuvo a cargo de la coordinación. También construyó una fuente monumental delante de la portada septentrional en 1122.

Descubrimiento del sepulcro

Los orígenes del culto a Santiago en Gallaecia se pierden en los anales de los tiempos. A finales del siglo VII se difunde al noroeste de la península ibérica la leyenda de que Santiago el Mayor había sido enterrado en esas tierras, después de evangelizarlas. Esta idea es recogida en la península por el tratado De Ortu et Obitu Patrum, de Isidoro de Sevilla, y en Inglaterra por el obispo Aldhelmo de Malmesbury.



El año 813, ocho siglos después de la muerte del Apóstol Santiago, un ermitaño llamado Pelayo (o Paio o Pelagio), junto con otros fieles, vio unas luces en las proximidades de un lugar conocido por el nombre de Solovio y lo comunicó a Teodomiro, obispo de Iria Flavia, (actualmente Padrón). Después de tres días de ayuno, el obispo y sus acompañantes fueron al lugar y descubrieron entre los matorrales un monumento hecho de losas de mármol, y no tuvieron ninguna duda de que se tratara del sepulcro del Apóstol y de sus dos discípulos, Atanasio y Teodoro. El obispo comunicó el hallazgo al rey de Asturias Alfonso II el Casto, que viajó con su corte al lugar y otorgó las tierras cercanas al sepulcro al obispo, más sus correspondientes rentas, y mandó construir una pequeña iglesia supra corpus apostoli «encima del cuerpo del Apóstol», junto a un baptisterio y otra iglesia dedicada al Salvador. Tiempo después, en un documento fechado el 4 de septiembre del 834, el rey decía:

Pues en nuestros días nos ha sido revelado el preciado tesoro del bienaventurado Apóstol, es decir su santísimo cuerpo. Al tener noticia de lo cual, con gran devoción y espíritu de súplica, me apresuré a ir a adorar y veneré tan precioso tesoro, acompañado de mi corte, y le rendimos culto en medio de lágrimas y oraciones como Patrón y Señor de España, y por nuestra propia voluntad, le otorgamos el pequeño obsequio antes referido, y mandamos construir una iglesia en su honor.

Aproximadamente desde el 813, con el hallazgo de las reliquias del Apóstol y bajo la protección del rey Alfonso II de Asturias, la noticia se extiende con rapidez por toda la Europa cristiana y los peregrinos empiezan a llegar al lugar, el denominado Campus Stellae (que degenerará en el término Compostela), y que se convirtió progresivamente en un centro de peregrinación con la fundación de un convento y diversos hospedajes en la propia ciudad. El año 850Gotescalco, obispo francés de Le Puy-en-Velay peregrinó hasta el sepulcro y está considerado como el primer peregrino extranjero documentado.



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