lunes, 10 de febrero de 2020

O CEBREIRO HISTORIA Y LEYENDA

O Cebreiro ​(llamada oficialmente Santa María do Cebreiro) es una parroquia del municipio de Pedrafita do Cebreiro, en la provincia de LugoGaliciaEspaña. Pertenece a la comarca de Los Ancares Lucenses. En ella se sitúa la aldea de idéntico nombre, a 1330 msnm, y que es el primer pueblo gallego del Camino de Santiago Francés. En su arquitectura destacan las pallozas y la iglesia de Santa María (prerrománica, del siglo IX), que custodia un cáliz románico, datado en el siglo XII). O Cebreiro es el primer pueblo gallego que encuentran los peregrinos del Camino de Santiago Francés.




En los años posteriores al descubrimiento de la tumba del Apóstol Santiago se fundó este enclave en una hospedería que daba albergue a los peregrinos del Camino Francés. La fecha de la creación de este mesón-santuario probablemente ronde el año 863. Antes de su fundación posiblemente era un poblado de gente dedicada al pastoreo.​



El Rey Alfonso VI de León, simpatizante de la Orden de Cluny, que es una reforma de la Orden Benedictina, decide poner en manos de las abadías francesas los principales lugares de la ruta jacobea. Por esto, la administración de O Cebreiro pasa a depender de los monjes de la Abadía de Saint-Geráud, de la ciudad francesa de Aurillac, que fundan un monasterio, el de Santa María do Cebreiro, en el lugar en el siglo IX, motivo por el cual la hospedería se llama San Giraldo de Aurillac. En los años siguientes, O Cebreiro es objeto de muchos privilegios por parte de la corona, como la donación de tierras o la exención de pago de tributos, por lo que se convierte en la localidad más importante de la Comarca durante la Edad Media.



En 1486 los Reyes Católicos inician una visita a Santiago de Compostela; a su regreso, los monarcas pasan por O Cebreiro y escuchan el relato del milagro eucarístico que allí decían que había sucedido y regalan al templo dos redomas de cristal para conservar las reliquias. Posteriormente, con la reforma de las órdenes religiosas españolas, y en un intento de impedir cualquier influencia de una casa extranjera en tierras españolas, los Reyes Católicos ceden la dirección de la zona al monasterio para que la convierta en su priorato.​


O Cebreiro mantuvo su auge hasta el siglo XVI, cuando empieza la decadencia del priorato, que culminará en el siglo XIX con la Desamortización de Mendizábal, produciendo la marcha de los monjes del monasterio.


LEYENDA MEDIEVAL
El hecho que dio fama europea a esta localidad fue el famoso Milagro de la Eucaristía, o Leyenda del Santo Grial de Galicia. Por el año 1300 un hombre, Juan Santín, que vivía en un pueblo que distaba media legua de la iglesia de El Cebrero, la aldea de Barxamaior, era tan devoto que no cesaba de ir a misa por la lluvia, el viento o el frío. Un día se desató una furiosa tormenta y el sacerdote de la Iglesia pensó que ningún fiel acudiría y por entrar solamente este fiel, para burlarse de él exclamó "¡Cuál viene este otro con una grande tempestad y tan fatigado a ver un poco de pan y de vino!" y dijo que su presencia "no había merecido la pena". Dios, entonces, para castigar la falta de fe y caridad del cura, cuando estaba consagrando el pan y el vino, realizó el milagro de convertir la hostia y el vino en carne y sangre.






El Santo Grial do Cebreiro se sitúa en la iglesia de Santa María en O Cebreiro, parroquia del municipio de Pedrafita do Cebreiro (Lugo), en el Camino de Santiago. El Grial tiene una gran importancia religiosa, reforzada en toda Europa por su legendario milagro, ocurrido en el monasterio de San Geraldo de Aurillac que allí se asienta desde el año 836 y era regentado por monjes Benedictinos franceses. El cáliz parece estar datado en el siglo XII y presenta las inscripciones: Hoc sacratur quo cuntis vita parabaturIn nomine nostri christi et beate Marie Virgine.

Una tradición muy fuerte, corroborada por diversas fuentes históricas y arqueológicas, sostiene que sobre el altar de la capilla lateral de la iglesia estaba celebrando la eucaristía un monje. Pensaba que aquel crudo día de invierno, en que la nieve se amontonaba y el viento era insoportable, nadie vendría a la misa. Pero Juan Santín, un devoto vecino de la aldea de Barjamayor acude. El monje, de poca fe, menospreció el sacrificio del campesino “a ver un poco de pan y de vino”. Pero en el momento de la Consagración la Hostia se convierte en carne sensible a la vista, y el cáliz en sangre, que hierve y tiñe los corporales. Los corporales con la sangre quedaron en el cáliz y la Hostia en la patena.


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