Romasanta «Lobishome» el asesino en serie
Manuel Blanco Romasanta, que pasó a la posteridad como Lobishome, nació el 18 de diciembre de 1809 en el pueblo de Regueiro, en la provincia de Ourense. Fue inscrito como Manuela, ya que sus padres pensaron que era una niña. Tenía 21 años cuando contrajo matrimonio con una muchacha que falleció poco después. Tras la muerte de su esposa, en 1834, dejó la profesión de sastre y se convirtió en vendedor ambulante.
Su vida cambió y fue en ese momento cuando comenzó a cometer crímenes, según él, convertido en hombre lobo. Tras su detención, el segundo día del mes de julio de 1852, confesó que su primera víctima había sido un alguacil de León. Por este crimen fue puesto en búsqueda y captura por un juzgado de León en 1844. Para escapar de la Justicia se escondió en el pueblo de Rebordechao, en la ourensana sierra de San Mamede. Allí vivían las que se convertirían en sus siguientes víctimas.
Su vida cambió y fue en ese momento cuando comenzó a cometer crímenes, según él, convertido en hombre lobo. Tras su detención, el segundo día del mes de julio de 1852, confesó que su primera víctima había sido un alguacil de León. Por este crimen fue puesto en búsqueda y captura por un juzgado de León en 1844. Para escapar de la Justicia se escondió en el pueblo de Rebordechao, en la ourensana sierra de San Mamede. Allí vivían las que se convertirían en sus siguientes víctimas.
Manuel Blanco Romasanta |
Confesó ser autor de trece muertes. Declaró que mataba después de convertirse en lobo debido a una maldición que lo había acompañado desde la adolescencia. Contó que bajo la forma de lobo había llegado estar hasta ocho días, y que cuando recuperaba la apariencia de humano, se arrepentía de sus crímenes.
El Juzgado de Allariz lo condenó a morir en el garrote por la muerte de nueve personas, pero no encontró pruebas de que fuese autor de los otros crímenes que se le atribuyeron. La Audiencia de A Coruña conmutó la pena de muerte por cadena perpetua, pero unos meses después, en noviembre de 1854, volvió a condenarlo a morir en el garrote. En 1853, a punto de ejecutarse la sentencia, su suerte cambió cuando, dada la repercusión mediática del caso, un profesor llamado Mr. Philips envió una carta desde Argel dirigida a la reina Isabel II, asegurando que cualquier ser humano podía ser víctima de esa enfermedad de creerse hombre lobo, trastorno mental conocido como licantropía.
El 13 de mayo de 1854, la reina revocó la sentencia con una real orden y conmutó la pena de muerte por cadena perpetua. El hombre lobo de Allariz, como era conocido ya en los medios de comunicación de la época, fue encarcelado en la prisión de este municipio. Se sabe cuándo entró, pero no cómo ni cuándo la abandonó. No existe documentación de su salida de la cárcel, ni vivo ni muerto, y los historiadores tampoco han encontrado una tumba con su nombre. Su pista se diluye en las paredes de la prisión de Allariz.
Romasanta fue detenido cuando tenía 43 años y su historia ha sido llevada al cine en varias ocasiones. La versión más conocida fue realizada en 1971 por el director Pedro Olea a partir de la novela El bosque de Ancines, de Carlos Martínez-Barbeito, y protagonizada por José Luis López Vázquez.