El castro se ha datado entre los siglos II a. C. y II d. C.; aunque se cree que el asentamiento inicial, mucho mas pequeño, se edificó entre los siglos VIII y VI a.C.
Comenzó a excavarse en 1913 y, desde entonces hasta nuestros días, ha pasado por varios periodos de inactividad seguidos por otros de excavaciones. La porción excavada actualmente es sólo una pequeña parte de la totalidad real del yacimiento. No se sabe con exactitud el tamaño total del castro, pero se estima en unas veinte hectáreas. Eso significa que su tamaño era cercano al de la ciudad romana y amurallada de Lugo, es decir, tenía el tamaño de una ciudad del siglo I d.C.
Para que os hagáis una idea, este castro es uno de los más grandes de la cultura castreña con unas 20 hectáreas de superficie.
Cuando visitamos Santa Trega nos encontramos con un lugar lleno de historia, con diferentes influencias que se creen que podrían comenzar desde antes del siglo I a.C y que después han tenido influencias castreñas, romanas, cristianas, etc.
En lo más alto del Monte de Santa Trega nos encontramos con el santuario levantado a Santa Tecla, aquí comienza la leyenda que queremos compartir con vosotros.
Leyenda de Santa Tecla
Santa Tecla o Santa Trega es la patrona de este monte, para conocer su origen tenemos que remontarnos al siglo XV.
Los pobladores de este monte se encontraron con una fuerte sequía que estaba durando años y años, estos ya no sabían que hacer para que la lluvia volviera a caer. Estaba una pastorcilla durmiendo bajo una gran roca que se puede ver en el Monte de Santa Trega (el que veis en la fotografía) cuando se le apareció Santa Tecla.
La pastorcilla le pidió que hiciera que la lluvia volviera a caer, entonces la Santa le dijo que todo el pueblo tenía que subir hasta allí mismo en procesión y pasar tres días en ayunas. La pastora se lo contó a todos los habitantes y ninguno dudó en subir para hacer la procesión junto con el ayuno.
Cuenta la historia que al día y medio la lluvia regresó a Santa Trega, tal fue la devoción y agradecimiento por el milagro sucedido que cada año se volvía repetir aquella procesión y ayuno hasta el lugar donde apareció la Santa. Allí mismo se creó un santuario en su honor donde podéis escuchar la vida de Santa Tecla y ver su imagen.
La procesión estaba formada por hombres, mujeres y niños pero en la actualidad se ha cambiado al Rito del Voto en la que sólo pueden participar hombres porque cuentan que hace años, allí tenía lugar otro tipo de acercamiento entre hombres y mujeres alejados del verdadero objetivo que era el rito.
A su vez, frente al santuario de Santa Tecla encontraréis una lápida de piedra con multitud de marcas de cantería, como la que veis en la fotografía. Se cuenta que se hacían marcas en las puertas de los santuarios y en esta piedra aquellos que se iban a la mar, algunos piensan que pueden ser símbolos o las firmas de una familia (como un escudo familiar) mientras que otros lo ven como siglas.
Algunos creen que se trata de la historia del medievo de Santa Tecla, en la piedra se pueden ver unas 80 marcas o firmas que pasaban de padres a hijos.
Los objetos procedentes del sur de Hispania y del Mediterráneo son reveladores de la importancia del comercio marítimo en el Castro de Santa Tecla.
Se complementa con el museo arqueológico próximo al castro, donde podemos ver algunos de los hallazgos realizados durante las excavaciones.
Creyente o no, alejándonos de la idea de cómo el ser humano a veces destruye su propia historia por falta de consciencia de lo que está eliminando, cuando te encuentres disfrutando de un lugar tan atractivo como éste, cuando bajes las escaleras hacia los castros te encontrarás con un monte con ruinas y una increíble antena de repetición de este siglo que sin duda alguna impacta a cualquiera.
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Horno
Este horno funcionaba como los hornos tradicionales, primero se quema la leña en el interior, se calienta bien el horno, se mete dentro la harina amasada, se tapa y en unos minutos el pan está cocido. Si no estuviera tapado el vestíbulo sin nada que proteja el horno no se podría cocer absolutamente nada. |
Este mismo monte se utilizaba en la antigüedad como monte facho, un monte que servía para transmitir señales de unos castros a otros a través del fuego o de lo que pasara en el mar.